POEMA INSURRECTO

Los que odian la claridad del día
desde las sombras de la opresión,
la decadencia y degeneración
del viejo orden,
se conjuraron para aniquilarlo.
Enemigos consumados
contra la libertad, la vida y el amor
desataron por doquier, la persecución
más despiadada contra el poema insurrecto.
Cuantas veces vivió acorralado
a salto de mata, a escondidas,
saltando las tapias y muros.
La luna,
las estrellas,
las musas,
los picaflores
y los amantes
azorados por tanta maldad
se conmovieron.
Aquellos canallas tenían el "oficio"
de mutilar el amor, las flores
y cercenar la vida,
Esos de miradas vidriosas
que jamás sonrieron
y amaron,
tenían pavor a la libertad,
Rodearon al proscrito poeta,
quíen se batía desde el sótano
de su cuartel de invierno.
¡Su estado mayor de poemas!
Él, ante los perros guardianes del viejo órden,
les desafió con una tierna sonrisa
de un niño alegre lleno de vida.
Furiosos. babeantes y con espuma
en sus malolientes bocas,
lo ultimaron cobardemente
descerrajando hasta el último tiro...
Pero, no murió.
Sus asesinos,
desconcertados huyeron para ponerse a salvo,
porque el poema insurrecto se volvió inmortal.
El poema desde la clandestinidad,
las barricadas, las masmorras,
y detrás de los barrotes de las cárceles,
se volvió fundamento sublime de la vida,
simiente inextinguible de la humanidad
y arma indestructible
de gran onda expansiva.

(Carlos Rafael)