Hermosa flor de la Araucanía insurrecta,
a las altitudes del altiplano
y sus montañas sagradas ascendiste,
acráta fragante, indoblegable
y primavera rebelde.
Te internaste a las selvas bolivianas,
Teoponte, confín de tu Patria Grande,
hogar de tu progenitor asesinado,
Tirso Montiel, gran internacionalista,
raíz de hombre nuevo, tu sangre, tu carne y hueso.
Ahora, la madre tierra te arrulla en su pecho;
te custodia un jaguar en ristre de combate;
y el majestuoso Cóndor de Los Andes,
desde lo más alto de las cumbres blancas,
te llora acongojado y te rinde tributo eterno.
La Patria Grande no te olvida libertaria,
alegre, resuelta e indoblegable militante
de la suprema utopía de la humanidad,
de la nueva democracia, nueva sociedad...
Carlos Rafael
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